Llegue a Palma de Mallorca hace 13 años, sin conocer que era un piso compartido ni el cúmulo de características que tiene ni mucho menos como me iba a cambiar la vida.
Nada mas llegar, me dirigi al lugar dónde tenía que firmar mi contrato laboral teniendo 2 noches de albergue juvenil reservadas por teléfono en un 28 de junio de un calor húmedo insoportable, pero una luz que enamoraba.
Me puse entonces a mirar los carteles que anunciaban busqueda de piso de personas que estaban en mi misma situación y otros tantos de ofertados para compartir, tomando nota de todos y cada uno de los números, me dirigi a una cabina telefónica e inicie mi aventura en los pisos compartidos.
Mallorca se caracteriza por un turismo exagerado en los meses del estio y esto representa un inconveniente máximo para encontrar vivienda, mucho mas para encontrar algo con un mínimo de calidad; y pronto experimente lo que era llamar a decenas de teléfonos y encontrarme con una contestación amable en la mayoría de los casos de esta ya ocupada la habitación. A lo cual mayor era mi desconcierto pues no sabia que en la mayoría de los casos lo que se alquilaba era una habitación en el mejor de los casos con derecho a acceder al baño, pero no mucho mas. Realmente yo esperaba poder compartir un piso de calidad con total libertad de movimiento en la totalidad de la vivienda, pero esa no parecia ser lo que el mercado inmobiliario de la isla ofrecia.

Angustiosa situación la de ver como se me acababan los dos días de pernoctación en el albergue juvenil (dónde la media de edad superaba ampliamente los 40 años, y el perfil de los inquilinos de mi misma habitación -unas 11 personas- era de lo mas variopinto con idiomas dificilmente inteligibles, asiaticos, africanos ….).
Llegada la fecha crítica solicite al regente del albergue ampliar mi estancia contestandome este que estaba colapsado inclusive 5 chicas que esperaban junto a su lado recibirian alojamiento improvisado en el sofa de su domicilio particular como acto de bondad y generosidad.
Finalmente la opción paso por reunirme con varios compañeros de trabajo que ansiosos como yo, rebuscaban en la carteleria de corcho, y optamos por ocupar un piso de 3 habitaciones, las 5 personas pagando el módico precio de 1650 euros, eso si en la prestigiosa zona de marcha, borrachos, vómitos, escándalos, tránsito policial, zona de botellón y orinario público esquinero de Gomila, dónde compatibilizar el descanso con el ruido fue posible gracias al nuevo descubrimiento por mi parte: los tapones auditivos de la farmacia.
excelentes consejos, muchas gracias
hola, me ha ayudado mucho tu página para buscar un piso en mallorca. muy buena pagina. saludos